viernes, 31 de julio de 2009

MORALIDAD


El artista no tiene moral, pero sí tiene una moralidad. En su obra se plantea las cuestiones: ¿qué son los otros para mí?, ¿cómo tengo que desearles?, ¿cómo debo prestarme a sus deseos?, ¿cómo hay que mantenerse entre ellos? Al enunciar, cada vez, una ‘sutil visión del mundo’ (así habla el Tao), el artista compone lo que su propia cultura alega (o rechaza) y lo que desde su propio cuerpo insiste: lo evitado, lo evocado, lo repetido, o mejor dicho: prohibido/deseado: éste es el paradigma que, como si fueran dos piernas, hace andar al artista, en la medida que produce.

(Barthes, 1992: 176)